No habíamos pasado una gran tarde, las ha habido mejores ¿verdad cariño? Ahora las echo de menos y me gustaría estar así otra vez. No sé como hemos acabado tan mal la "cita", los dos teníamos ganas de vernos ¿no? no sé nene, aquí está fallando algo y me da a mi que tenemos culpa los dos.
No me queda otra que suspirar y tu te das cuenta. Me miras y yo te miro. Esbozas una sonrisa, ¿ves? ahora vamos mejorando. Me encanta verte sonreir, pero nunca te lo he dicho y no sé por qué, porque tienes una sonrisa preciosa. Arrugas la nariz y achinas los ojos, si, esos hermosos ojos verdes que Dios te ha dado. Luego me sigues mirando confundido y yo evito tus ojos.
-¿Qué te pasa fea?-me preguntas con curiosidad e intentando romper el hielo.
-Nada...
¡Qué mentira más gorda! Me pasa que te quiero y que te necesito, que me encanta tenerte a mi lado, pero que nunca te lo digo por no quedar como una tonta, nunca te digo por ejemplo que me encanta cuando me coges de la mano y que me entra un hormigueo por ésta que me deja muda.
Si, ¡me dejas muda!
Me deja muda tu forma de hablarme cuando me enfado contigo, como me coges la cara para que te mire y me digas eso de: "no te piques, porfa". Me dejas muda cuando intento seguir enfadada y me das un beso en la mejilla para que te perdone, entonces caigo rendida ante ti y te doy un beso, pero esta vez en los labios.
Pero sigo enfadada contigo porque me has quitado la cara antes cuando te he querido besar, me has herido en ese orgullo que tengo detrás del amor que siento por tí. Ahora me arrepiento...
Porque estamos hablando a trozos por culpa de ese fingido enfado y el orgullo ese tonto. Pero tu también eres orgulloso y desistes, entonces yo me hablando y quiero besarte, comerte, amarte y decirte que te quiero, que no quiero estar mal contigo y que solo quiero disfrutarte cada minuto que pasa, pero ya es tarde...
Me acompañas a casa y yo estoy cabizbaja. Sigo aparentando enfado y dramatismo, aunque me muero por dentro.
-Laura, hace frío... me voy ya a casa-dices frotándote las manos.
-Vale, ten cuidado por el camino.
Entonces me coges de la mano y me llevas a ti, me sonries de nuevo y me das un beso. Te juro que me encanta la forma que tienes de abrazarme fuerte mientras me besas, como me aprietas a tu cuerpo y me amoldo a el como si fuera parte de mi misma. Es que me encantas.
Yo no me quiero separar, pero tienes que irte y me despido con un simple adiós. Qué tonta soy...