París. 16 Octubre 2010.
Querida Helena:
Necesitaba despedirme de ti, he intentado irme así sin más, sin explicaciones ni despedidas, pero no podía irme sin decirte aunque sea adiós. Ya sé que es tarde para esto y soy un autentico imbécil por hacerlo, tenía que haber seguido el Plan A y dejarte sin más. A ti y a Lola. Pero aunque me odie a mi mismo por esto...te sigo queriendo. O eso creo.
Estoy en París sinceramente huyendo de ti y de Lola, que no sé cuanto tiempo lleva metida en nuestras vidas, pero necesito alejarme de vosotras dos o de ti solo o de ella, porque no sé si te quiero a ti o a Lola, no sé si quiero alguna de las dos y este lío me está matando, porque es una tontería lo que digo...querer a Lola... ¡a Lola!
Es por esta confusión el por qué de irme de nuevo a París y retomar la vida que dejé antes de irme a buscarte, hace de eso casi un año ya... Necesito olvidarme de este año y relajarme, seguir mi vida y olvidarte, solo entonces podré volver a mirarte a los ojos sin ver los de Lola, porque ahora no veo diferencia y no puedo estar con dos mujeres en una, y aunque te quiero, no puedo olvidar las noches que pasé con ella y lo que me hizo sentir, lo siento Helena, pero no puedo. Por eso me voy, porque no deseo seguir con este lío de piernas y faldas. Me siento mal por lo que hice, pero tú me has hecho esto y lo de Lola...fue demasiado.
No me busques, te lo pido, déjame un tiempo conmigo mismo y mi antigua vida, esa dónde ni tu ni Lola estabais, esa que era una realidad y no el sueño donde me metisteis las dos. Necesito alejarme del recuerdo de tus besos y los de ella, que aunque iguales eran muy diferentes, olvidarme de tus medias y de su ligero, de tu melena pelirroja y de sus tacones altísimos, ¡DE TODO! Lo necesito.
Por favor, olvidame...
Adiós.
Alberto.