No le gustan los malabares, es demasiado torpe como para conseguir ese cruce de color en el aire, ella prefiere quedarse sentada en el banco de madera y observar como sus compañeros lo consiguen. Piensa que es una actitud cobarde, no lo intenta y eso no está bien. Ella nunca se rinde, pero los malabares no le gustan, no puede hacer otra cosa. Sus amigas tienes las manos doloridas de intentarlo una y otra vez, la miran pensando la suerte que tiene de estar sentada tranquilamente, pero ella las envidia a ellas por intentarlo.
No quiere reconocer que los malabares le recuerdan al amor. Equilibrio y práctica.
Cuando se caen las pelotas, las coges y vuelves a empezar; si te sale, sigues haciéndolo hasta que se caen todas las pelotas a la vez, pero las coges de nuevo y vuelves a empezar...
Equilibrio y práctica... pero si no quieres practicar, no hay nada que hacer...
"¡dichosos malabares!"
martes, 23 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Gran comparación... Me gusta :)
ResponderEliminarY, por cierto, yo ODIO los malabares jaja. Cuando en educación física teníamos que hacerlo me cagaba en el profesor xD
Yo tambien me quedaba sentada en un banco cuando los demas hacian malabares... así suspendí :)
ResponderEliminarBesoooos!
Yo soy una torpe de cuidado y si lo intento seguro que le doy a alguien en la cabeza xDD
ResponderEliminarPor cierto me ha encantado esa comparación!! Es genial y muy cierta!!!
un beso enorme!
el amor y los malabares, el problema es que fallar con lo segundo no tiene consecuencias tan graves como el primero. muás
ResponderEliminar